Un artículo reciente en NPR resalta los impactos ambientales y sociales de las granjas industriales.
Carolina del Norte es uno de los estados con el mayor número de instalaciones industriales para la crianza de aves de corral en los Estados Unidos. Cambios recientes en la regulación permiten que estas granjas operen en áreas residenciales, lo que está ocasionando graves problemas en las comunidades adyacentes.
Perdue y Tyson están expandiendo operaciones en barrios más pequeños. Esto significa que los residentes en algunas comunidades pueden tener una granja industrial de vecina. Esto les ha traído dificultades de salud y olores muy desagradables a Terry y Mary Marshall, del Condado de Surry, Carolina del Norte:, huele a am“te empieza a doler la garganta, sabes que están ahí —dice Terry—oniaco y muchas veces solamente [huele] a cadáveres en descomposición.”
Varios grupos que trabajan en protección ambiental también están preocupados. Will Scott, de Yadkin Riverkeeper, afirma que las granjas avícolas no están sujetas a los estándares de otras industrias. Aquellas que generan desechos secos están exentas de las regulaciones estatales sobre olores y las autoridades federales no monitorean sus emisiones al aire.
La avicultura industrial no sólo es nociva para las personas y el ambiente. También es un infierno para los animales. De hecho, un video encubierto tomado por Mercy For Animals en las granjas avícolas Perdue, en Carolina del Norte, reveló una perturbadora crueldad: aves pateadas violentamente, arrojadas contra las paredes y asesinadas a pisotones por sádicos trabajadores.
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