Así es como las granjas industriales discriminan a las minorías

La explotación industrial de animales es un medio extremadamente cruel, ineficiente y derrochador de recursos para producir alimentos para la creciente población humana.

Contamina nuestro ambiente mientras consume grandes cantidades de agua, granos, petróleo y pesticidas. También somete a los animales a confinamiento extremo, mutilaciones sin analgésicos y una violenta muerte.

Pero las granjas industriales no son sólo horribles para los animales y el planeta; también son un grave problema de salud pública y justicia ambiental para las comunidades cercanas.

Las personas que viven cerca de las granjas industriales se han quejado de que los dueños de estas instalaciones rocían las heces y la orina en el aire para “eliminar” los desechos.


Las personas que viven cerca o trabajan en granjas industriales respiran cientos de gases que se forman a medida que el abono se descompone. Por ejemplo, un gas liberado por las lagunas, el sulfuro de hidrógeno, es peligroso incluso a niveles bajos. Sus efectos, que son irreversibles, van desde dolor de garganta hasta convulsiones, comas e incluso la muerte.

Por lo general, estas instalaciones se construyen cerca de comunidades de bajos ingresos y minorías.

El verano pasado, el Grupo de Trabajo Ambiental publicó una colección de mapas y datos que revelan que el costo ambiental de las 6,500 granjas industriales de Carolina del Norte recae desproporcionadamente en las comunidades vulnerables.

Civil Eats explica:

Los mapas aclaran que la mayor densidad de CAFOs [o granjas industriales] existe en las comunidades de color de bajos ingresos. Duplin y Sampson, donde del 28 al 29% de los residentes vive en la pobreza y una alta proporción de residentes es negra o latina, acogen no sólo el mayor número de CAFOs en Carolina del Norte, sino en todo el país. Los 4.5 millones de cerdos entre los dos condados producen 4 mil millones de galones de desechos húmedos al año, lo que representa el 40% del total del estado.

Pero esto no es nada nuevo.

En 2015, 500 residentes de Carolina del Norte presentaron una demanda contra la división de producción de carne de cerdo de Smithfield Foods, que asegura los ha sometido a condiciones casi inhabitables.

En 2014, una coalición de organizaciones ambientales presentó una queja ante la Oficina de Derechos Civiles de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, argumentando que las regulaciones laxas de Carolina del Norte para la eliminación de residuos de cerdo discriminan a las comunidades de color.

En 2005, el Iowa Policy Project encontró que las áreas de mayor pobreza en Carolina del Norte tenían siete veces más granjas de cerdos que las comunidades con mayores recursos. Y las comunidades de color tenían cinco veces más granjas de cerdos que las áreas predominantemente blancas.

Un estudio publicado en 2002 en la revista científica Environmental Health Perspectives examinó 67 granjas industriales en Mississippi y encontró que la mayoría estaba en áreas de bajos ingresos y con un alto porcentaje de Afroamericanos.

Si bien las consecuencias graves de la explotación industrial de animales son enormes, todos tenemos el poder de crear un mundo mejor cada vez que nos sentamos a comer.

Al elegir deliciosos alimentos veganos podemos defender a las comunidades vulnerables que sufren discriminación, evitar que un sinnúmero de animales padezca una vida de miseria y dejar de desperdiciar recursos.

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